La fragata británica HMS Antelope explota por bombas lanzadas desde aviones argentinos A-4B. 24 de mayo de 1982, bahía de San Carlos, durante la Guerra de las Malvinas.
Como explicó el Director del Instituto Central de Investigación Gidropribor Stanislav Proshkin en Milit.Ru, las minas navales pueden ser un enemigo “invisible peligroso” que permite a cualquier nación marítima, independientemente de su potencial técnico, defender su territorio desde el mar.
Al igual que las armas nucleares, las minas son un factor de disuasión. Las minas marinas obligan a las fuerzas submarinas y de superficie, incluidas las armadas con misiles y armas nucleares, a alejarse de la línea de costa.
El acorazado británico HMS Audacious, hundiéndose el 26 de octubre de 1914 tras chocar contra una mina.
Las minas marinas tienen sobre todo un carácter defensivo. No destruyen cosas materiales como fábricas, palacios, museos, casas: no matan a ancianos, mujeres, niños…solo a los que atacan las fronteras marítimas de Estados soberanos.
El uso de las minas navales durante la Segunda Guerra Mundial y en los conflictos marítimos locales de la posguerra demostró su papel cada vez más importante en el cumplimiento de misiones operativas e incluso estratégicas. Los especialistas navales de muchos países siempre han destacado la gran eficacia, la fiabilidad y el coste relativamente bajo de esta arma. Las minas ostentan el mayor índice de rentabilidad en cuanto a defender las fronteras marítimas se refiere.
Mina alemana colocada en aguas de Australia (1940 o 1941)
Hay que recordar, como comentamos en un artículo anterior sobre las Malvinas y la implicación de la URSS,que a principios de los años 80 la Unión Soviética se encontró sometida a un embargo de suministros de alimentos clave por parte de EE UU, y Argentina fue uno de los dos países que ignoró el embargo.
Se cree que la Unión Soviética encontró otra forma de realizar pagos a Argentina mediante el uso de inteligencia satelital. Aunque los datos exactos de al respecto son todavía material clasificado.
Jimmy Carter (Izq.), figura principal del embargo de cereales de 1980. Firmando el Tratado sobre Misiles Anti-Balísticos SALT II con Leonid Brezhnev (Der.) en 1979.
Desde la perspectiva del Reino Unido, el momento en el que se vieron implicados en la Guerra de las Malvinas fue desastroso, casi catastrófico.
Los presupuestos de defensa se habían reducido significativamente, y se había llegado a la conclusión de que no necesitaba una gran armada. Por ello, la Royal Navy se había visto sometida a todo tipo de recortes.
Según publicó la web Apostadero Naval Malvinas en Internet, Argentina desplegó (no con pocos problemas) veintiún minas ancladas en los accesos a Puerto Argentino (Stanley, según los británicos) en los que constituye la primera acción bélica de fondeo de minas navales activadas en la historia de la Armada Argentina.
Estas armas eran minas de contacto, se habían construido en la década de 1940, con 150 kg de TNT.
Los buques británicos de contramedidas de minas costeras de la clase ‘Ton’ que estaban en servicio no eran adecuados para la duración y las condiciones del viaje a las Malvinas y la nueva clase Hunt no estaba operativa, por lo que esto llevó a la Royal Navy a requisar cinco arrastreros de altura modificados con un equipo rudimentario de barrido de minas.
Buque dragaminas británico de la clase ‘Ton’ HMS Glasserton
Las minas ofrecen un factor de amenaza bidimensional poco costoso, suponiendo un riesgo para buques y submarinos. En el caso de la flota británica, sus buques tendrían que enfrentarse a los valerosos pilotos argentinos mientras navegaban a través de posibles campos de minas, lo que supone un reto desalentador.
Los submarinos tendrían que considerar el riesgo mientras patrullaban dentro de una zona declarada de minas, lo que podría cambiar el enfoque y el ritmo de las operaciones.
Submarino británico HMS Valiant entrando a Gibraltar en 1977. Fue dañado por la aviación argentina durante las operaciones en Malvinas.
Minas navales s como las KMD, AMD, MYAM, MKB y PLT-3 formaron parte de los inventarios de los países que trabajaron estrechamente con la Unión Soviética (por ejemplo, Egipto, China, Irak, Irán y Bulgaria).
Minas fijas y de fondo, junto con el potencial de las minas ascendentes, podrían haber sido proporcionadas por la Unión Soviética. Estas minas podrían haber sido empleadas por las fuerzas argentinas, quizás algunas colocadas clandestinamente por submarinos soviéticos.
¿Habría habido un resultado del conflicto diferente al que todos conocemos? Según Edward J. Marolda en su artículo en la Revista de Historia Naval “Guerra de Minas”, durante la Guerra de Corea, las minas enemigas causaron el 70 por ciento de todas las bajas de la Armada estadounidense y hundieron los únicos cuatro buques estadounidenses perdidos en acción.
En un momento concreto, Allen Smith, contralmirante a cargo de la fuerza de avance en Wonsan, envió un cable al cuartel general de la Marina en Washington durante la que decía lo siguiente: “La Marina de los Estados Unidos ha perdido el control de los mares en aguas coreanas a manos de una nación sin Marina, que utiliza armas anteriores a la Primera Guerra Mundial, colocadas por buques que fueron utilizados en la época del nacimiento de Cristo.”
Guerra de Corea. El destructor estadounidense USS Ernest G. Small en ruta hacia Japón para ser reparado. Había perdido su proa por impacto de una mina enemiga.
El temor a los submarinos británicos mantuvo a la Armada Argentina fuera del conflicto tras el hundimiento del General Belgrano pero la colocación de minas soviéticas en toda la región podría haber asegurado zonas de operaciones para que la Armada Argentina apoyara misiones de vuelo desde el ARA Veinticinco de Mayo. aumentándose la amenaza y la eficacia contra las fuerzas británicas.
Portaaviones argentino ARA Veinticinco de Mayo
Las patrullas de submarinos argentinos estaban cerca de las islas, en lugar de realizar misiones para disuadir al enemigo a adentrarse en aguas argentinas, podrían haber pasado de perros guardianes a verdugos de las profundidades.
Como comentó en analista Joshua Edwards, en su artículo en The National Interest, otro punto a tener en cuenta es la capacidad