China implementa una estrategia multifacética para penetrar en las aguas argentinas y asegurar su acceso a los recursos pesqueros.
Aunque los buques poteros extranjeros están instalados desde hace tiempo en el límite de la zona económica exclusiva argentina, en la Patagonia, hace 10 años que China compra empresas locales y las llena con sus barcos y tripulantes. Los mismos que incurren en violaciones a los derechos humanos y pesca ilegal detrás de la milla 200.
Así, el país oriental consolidó su presencia mediante el “abanderamiento” equipado las compañías pesqueras argentinas con sus propios barcos y tripulaciones, dado que solo los buques con bandera argentina pueden pescar legalmente en la zona económica exclusiva.
Un claro ejemplo es el barco Lu Qing Yuan Yu 280, que pasó de pescar fuera de la milla 200 con bandera china, a operar dentro de la zona económica exclusiva local bajo bandera argentina, tras la adquisición de la empresa Patagonia Fishing por el grupo chino Shandong Bodelong Group.
Las actividades de estas empresas chinas no están exentas de problemas. Acumulando denuncias por pesca irregular, violación de derechos humanos y delitos varios, las empresas chinas controlan actualmente un mínimo de 42 buques de pesca industrial de calamar bajo pabellón argentino, lo que representa más de la mitad de la flota de calamar del país.
Cuando una compañía pesquera argentina pasa a manos chinas, se le suman sus barcos y también parte de la tripulación. Cada potero zarpa con 75% de argentinos y 25% chinos que son los que luego toman el mando. Nunca llevan inspectores a bordo.
Según Milko Schvartzman, especialista en Conservación Marina del Círculo de Políticas Ambientales, las empresas chinas llevan a bordo a consultores que en realidad controlan las operaciones de pesca, lo que plantea serias preocupaciones sobre la legalidad y transparencia de estas actividades.
El impacto ambiental de estas operaciones es significativo, poniendo en peligro los propios objetivos de conservación marina de China. A pesar de que Pekín anunció en 2017 que limitaría el número de buques en su flota de altura para evitar la sobrepesca, esta restricción no incluyó las embarcaciones que operan bajo bandera de otros países.
La tragedia de Manuel Quiquinte, un jefe de máquina de 67 años, ilustra los riesgos humanos de estas operaciones. A bordo del potero Xin Shi Ji 89 de bandera argentina, Quiquinte contrajo COVID-19 y murió tras recibir una atención médica insuficiente, debido a la decisión del capitán de priorizar la recolección de pescado sobre la salud de la tripulación. Este caso resalta la falta de control y supervisión a bordo de estos buques, y la complicidad de ciertas autoridades locales.
De esta manera, China implementa una estrategia multifacética para penetrar en las aguas argentinas y asegurar su acceso a los recursos pesqueros de la Patagonia. A través del abanderamiento y la adquisición de empresas locales, logró sortear las restricciones legales, aunque a costa de generar conflictos legales, medioambientales y humanos.
Fuente: TN.