El bulkcarrier partió el jueves último y recorrió el canal principal hacia mar abierto con propulsión convencional y velas rebatidas. Foto CGPBB.
Por Adrián Luciani
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En plena navegación rumbo a Corea del Sur se encuentra ahora el buque Pyxis Ocean, tras haber cargado cereal en Bahía Blanca.
La operación podría describirse como una más dentro de la rutina exportadora de la estación marítima local, aunque en este caso tuvo como protagonista a un buque muy especial: un granelero de 229 metros de eslora provisto de dos enormes velas metálicas.
El bulkcarrier amarró el martes pasado en Ingeniero White, luego de recorrer el canal principal con propulsión convencional y velas rebatidas, tras haber permanecido fondeado varios días en espera en la rada exterior.
Lo hizo asistido por dos remolcadores, hasta que finalmente atracó en el sitio de Cargill, donde en menos de 48 horas completó bodegas con 28.500 toneladas de maíz.
Anteriormente había cargado 45 mil toneladas de maíz en Punta Alvear (Gran Rosario).
El buque emprendió viaje hacia Corea del Sur a primera hora del jueves último, entrando así en la historia del puerto local como un pionero del incipiente camino iniciado hasta la descarbonización del transporte marítimo en el mundo.
Como se vino informando, esta operatoria forma parte de un ambicioso proyecto encarado por Cargill para reducir las emisiones de dióxido de carbono y que comenzó con un viaje experimental el año pasado, entre Singapur y Paranaguá (Brasil).
En cuanto al rendimiento de este sistema, en marzo pasado Cargill informó que el Pyxis Ocean, tras seis meses de prueba por los océanos Índico, Pacífico y Atlántico Norte y Sur, y pasó el Cabo de Hornos y el Cabo de Buena Esperanza, había logrado con sus velas de BAR Technologies un ahorro equivalente a un promedio de 3 toneladas de combustible por día.
"Los resultados nos alientan y hemos aprendido mucho sobre la implementación de la propulsión asistida por viento en buques a granel", dijo Jan Dieleman, presidente del negocio de Transporte Marítimo de Cargill.
“Estamos a la vanguardia del cambio en la industria naviera y creemos que las tecnologías que aprovechan el viento podrían ser una forma importante y rentable de lograr nuestros objetivos de descarbonización a corto, mediano y largo plazo”, agregó el directivo.
De esta manera, la propulsión asistida por viento tiene potencial para ser una forma rentable de apoyar la nueva estrategia de gases de efecto invernadero de la Organización Marítima Internacional (OMI).
Uno de los objetivos de la OMI para 2030 es lograr que el 5 por ciento, y aspirando a que el 10 por ciento, de la energía provenga de fuentes con muy bajas emisiones de carbono para 2030: la propulsión asistida por el viento podría ser una forma importante de lograrlo.
El barco fue equipado con dos WindWings, que miden 37,5 metros de altura y 10 de ancho, para captar el viento e impulsar el barco hacia adelante, lo que permite apagar el motor para que pueda viajar a la misma velocidad que uno convencional y usando menos combustible.
Las velas se controlan mediante un panel táctil en el puente. Un sencillo sistema de semáforo indica a la tripulación cuándo izar o arriarlas. Una vez izadas, la operación es totalmente automatizada: los sensores miden el viento y las velas se autoajustan a la configuración óptima.