Vaca Muerta dio un salto de producción durante este 2022, que promete expandirse para 2023.
Redacción Argenports.com
La agenda energética tuvo este 2022 la consolidación de Vaca Muerta como vector de desarrollo con récords de producción de gas y petróleo, apuntaló el camino del autoabastecimiento y de la exportación con el inicio de construcción del Gasoducto Néstor Kirchner, y encaró un ordenamiento de subsidios millonarios con la implementación de la segmentación tarifaria.
Así, el sector energético atraviesa un momento histórico de desarrollo ante oportunidades que constituyen un punto de inflexión para definir una nueva matriz económica y productiva del país junto con las ramas de los alimentos, los minerales y la economía del conocimiento.
A lo largo del año, Vaca Muerta demostró su dinamismo con una mejora sensible de costos y de productividad, a pesar de las limitaciones de transporte, y se alcanzaron importantes récords en la producción de petróleo y gas.
En agosto de este año, la producción de gas no convencional fue la más alta de la historia, representando el 56% del total, en tanto que en octubre la producción de shale oil representó un incremento interanual del 40%, mientras que la de petróleo fue la más alta desde 2009, alcanzando 619 mil barriles por día.
Pero ese desempeño de las principales operadoras en la Cuenca Neuquina podría haber resultado muy superior de contar con la infraestructura de transporte requerido en gas y petróleo, desafío que este año comenzó a abordarse desde frentes simultáneos.
El más simbólico y significativo de ellos, es el inicio de construcción -a principios de octubre pasado- de la primera etapa del gasoducto Néstor Kirchner que, desde la localidad neuquina de Tratayén hasta la de Salliqueló, en la provincia de Buenos Aires, incrementará en 21 millones de metros cúbicos la capacidad a partir del 20 de junio.
La obra de 573 kilómetros de caños está en pleno desarrollo y su concreción permitirá contar con un 30% para los centros de consumo con un ahorro de USD 2.200 millones en importaciones y subsidios y profundizar la posibilidad de exportación a partir de los excedentes de gas natural.
La puesta en marcha del gasoducto requerirá del compromiso de los productores, y así se reflejó en el lanzamiento del Plan Gas.Ar 4 y 5, con un horizonte hasta 2028, que permitirá un ahorro de divisas de alrededor de US$ 27.000 millones, al tiempo que generará ahorros de subsidios por más de US$ 18.000 millones, ambos para el período 2023-2028.
La producción de crudo no convencional también afrontaba, ante la veloz tendencia incremental de producción, un cuello de botella que obligó a acelerar los proyectos de ampliación y construcción de nuevos oleoductos.
Se encaró, así, la decisión de ampliar el Oleoducto del Valle (Oldelval) con una inversión de poco más de US$ 1.000 millones para más que duplicar su capacidad actual desde Vaca Muerta a Bahía Blanca, y se encaró la rehabilitación del Oleoducto Trasandino (Otasa) que desde el primer trimestre de 2023 permitirá la exportación hacia Chile y los mercados del Pacífico.
Pero la magnitud del desafío exportador también alentó a YPF a anunciar el denominado Oleoducto Vaca Muerta Sur, que con una inversión de US$ 1.200 millones permitirá tender un ducto de 700 kilómetros desde la formación no convencional hasta el puerto rionegrino de Punta Colorada, donde se construirá la terminal exportadora más grande del país.
Así, se estima que el sector energético podrá en el mediano plazo pasar de una balanza negativa de US$ 5.500 millones como se espera para este año, a un saldo positivo entre US$ 4.000 y US$ 8.000 millones en el 2026.
En términos de trabajo, este sector emplea a casi 100 mil personas, y, a julio de este año, llevaba creados 3.500 puestos de trabajo con 13 meses de crecimiento ininterrumpido, pero sobre todo se esta convirtiendo en un factor de competitividad para el resto de las ramas industriales que pueden contar con un abastecimiento creciente a costo muy inferior del internacional.
A esto se podrá sumar el desarrollo de ambiciosas iniciativas, como la producción de Gas Natural Licuado (GNL) para exportar a todo el mundo y la apuesta más lejana al llamado vector energético del futuro: el hidrógeno, tecnologías que permitirán el desarrollo de proveedores locales, empresas de servicios y empresas relacionadas con la economía del conocimiento.
En el primero de los casos, el anunciado acuerdo YPF-Petronas permitirá avanzar en estudios para una inversión de U$S 10 mil millones en la construcción de una planta productora de GNL en Bahía Blanca, y permitirá consolidar al país como uno de los principales exportadores de gas del mundo.
El impacto en la soberanía energética de este proyecto se evidencia en apenas un dato: la Argentina este invierno requirió importar 35 barcos de GNL y, cuando esta planta esté en su capacidad máxima, podrá exportar 460 barcos anuales, lo que significará un cambio trascendental de balanza energética.
Para la actual gestión, la sustentabilidad del sistema tiene que estar basado en la seguridad energética, el costo, el desarrollo tecnoindustrial y con un horizonte de descarbonización.
En ese marco, las energías renovables tendrán la posibilidad de seguir incorporándose al sistema, que ya se encuentran con un master plan de transporte eléctrico definido con todas las provincias y en búsqueda de financiamiento internacional.
El marco de la transición energética global requiere una definición de camino propio como país que asegure la adquisición de energía limpia, asequible y sostenible, para dar respuesta a la problemática medioambiental.
Finalmente, la exploración offshore del Mar Argentino se vio atravesada este año por una disputa legal a partir del amparo dictado por la Justicia de Mar del Plata en febrero y que la Cámara Federal finalmente desestimó a comienzos de este mes, al habilitar las actividades de prospección sísmica de los bloques 100, 108 y 114, a unos 300 kilómetros de la costa bonaerense.