A 190 años de la usurpación “express” de las islas Malvinas

03 enero 2023

En apenas 15 minutos y sin disparar un tiro. Así fue  el acto de fuerza británico que constituyó una flagrante violación del derecho internacional de la época.


Olvidando que Argentina era una nación amiga, el 3 de enero de 1833 los ingleses invadieron las Malvinas y expulsaron a la población de las islas


Redacción Argenports.com

   El 3 de enero de 1833, el Comandante británico James Onslow, al mando de la corbeta HMS Clío, intimó al comandante argentino a arriar la bandera argentina y retirarse en un lapso de 24 horas, caso contrario procedería a hacerlo por su cuenta.

   Aquel acto de fuerza, contrario al derecho internacional de la época, marcaría un punto de quiebre fundamental en la historia de las Islas Malvinas y el vicio de origen de la posesión ilegal británica hasta la fecha

   Tras el ataque de la fragata estadounidense USS Lexington a Puerto Soledad en diciembre de 1831, las autoridades de Buenos Aires tomaron varias medidas para reconstruir y repoblar la colonia. Francisco Mestivier fue designado como nuevo comandante civil y militar interino y enviado a las Islas Malvinas.

   Además, se autorizó la remisión de mercaderías y nuevos empleados al emprendimiento comercial de Luis Vernet.

USS LEXINGTON

La USS Lexington en 1828 por R. Corsini

   En septiembre de 1832 partió del puerto de Buenos Aires la goleta Sarandí al mando del coronel José María Pinedo hacia las Islas Malvinas.

   Unos pocos días después arribó a Puerto Soledad donde envistió del cargo de Comandante a Mestivier y Pinedo continuó navegando para cumplimentar su misión de proteger el archipiélago controlando la explotación ilegal de los recursos en los espacios marítimos.

   La reconstrucción de la colonia tensó la relación entre Mestivier y sus subordinados y finalmente estalló una violenta sublevación en Puerto Soledad.

MALVINAS

Por 1833, solo vivían algunos colonos, y sus puertos eran frecuentados por barcos pesqueros y balleneros.

   Al regresar de su patrulla, el día 30 de diciembre Pinedo supo del incidente y del asesinato del comandante civil y militar interino. Al reducir a los amotinados, logró restablecer el orden en la colonia.

   El accionar estadounidense en 1831 en el Atlántico sur había llamado la atención del almirantazgo en Londres, al igual que el progreso del establecimiento de Puerto Soledad.

   Frente a ello, el gobierno británico decidió el envío de un buque de guerra, la corbeta británica HMS Clío, con 18 cañones y al mando del comandante John Onslow a Puerto Egmont.

BARCO CLIO MALVINAS

La Clio, la nave inglesa al mando del capitán Onslow.

   En sus órdenes se explicitaba que, si fuera necesario, debería recurrir a la fuerza para vencer toda resistencia de parte de fuerzas extranjeras al ejercicio de la soberanía británica.

   Luego de haber tomado posesión de Puerto Egmont el 23 de diciembre de 1832, Onslow se dirigió a Puerto Soledad y procedió a la expulsión de las fuerzas argentinas existentes el 3 de enero de 1833.

   Cabe destacar que esta acción fue realizada de manera autónoma ya que en sus instrucciones nada se decía sobre dirigirse a la isla Soledad: sus instrucciones se limitaban a Puerto Egmont.

   Los detalles finos del proceso que terminó en la usurpación británica, hace ya 190 años, fueron descriptos en profundidad por Adrián Pignatelli, en una nota para el diario Infobae.

   Allí se señala que, con sus órdenes precisas, Onslow partió de Rio de Janeiro el 29 de noviembre. El 20 de diciembre ingresó a Puerto Egmont. En las ruinas que allí encontró, el 23 izó la bandera con una inscripción en la que anunciaba la presencia del buque Clio con el propósito de ejercer la soberanía.

   Fue recorriendo la costa sin hallar pobladores y así el 2 llegó a la altura de Puerto Luis, y ancló en la bahía.

PUERTO LUIS

Puerto Luis, en la época de la usurpación británica.

   “El inglés le confirmó al sorprendido Pinedo que no había guerra y lo intimó a que arriase la bandera argentina, que retirase sus fuerzas y que abandonase las tierras. En caso de encontrar resistencia, tenía la orden de actuar con la violencia necesaria”, consigna la publicación.

   El comandante inglés ordenó arriar la bandera argentina y que las fuerzas se retirasen. Ante el ultimátum, Pinedo reunió a sus oficiales, la mayoría eran ingleses, salvo cuatro marineros y seis muchachos “capaces de nada”, según declaró en Buenos Aires; de sus 14 soldados, había tres ingleses, según remarcaría más tarde.

   El teniente graduado Roberto Elliot lo desmintió en parte al afirmar que todos eran norteamericanos salvo el piloto práctico, que sí era británico.

   A las cuatro de la tarde, Pinedo los reunió a todos. Propuso resistir, aunque sea por diez días, se produjese un milagro y llegasen refuerzos de Buenos Aires.

   Todos estuvieron de acuerdo menos Breman, el piloto práctico, que cumpliría con su tarea pero sin disparar contra sus connacionales.

   Se ordenó zafarrancho de combate, y con el mayor de los sigilos se cargó la artillería con bala y con metralla.

   Se repartieron armas y municiones a la tropa de tierra y a los colonos. Hasta se armó a los detenidos por el crimen de Mestivier. Elliot diría que “no hubo uno solo que no concurriese gustoso a desempeñar la parte que le tocaba”.

PINEDO MALVINAS

José María Pinedo, gobernador interino de Malvinas, uno de los protagonistas de esta historia

   Decidió ganar tiempo. A las diez de la noche envió al buque inglés al teniente primero Mason y al propio Breman para comunicarle a Onslow que resistirían. Pero el mensaje no pudo ser entregado, ya que el capitán estaba durmiendo y no se lo podía molestar.

   Pinedo repartió las municiones entre sus 44 hombres. La única nave de la que disponía era la goleta Sarandí, imposible hacerle frente a un buque de guerra, que la triplicaba en número de cañones y de hombres.

   Decidió ir él a la Clío, y tampoco fue recibido. Comprendió que cualquier tipo de resistencia sería inútil.

   El jueves 3 por la mañana embarcó a la tropa. Dejó en tierra al capataz Juan Simón al cuidado de la bandera argentina, que aún flameaba en el mástil.

   A las 9 aparecieron tres botes con ingleses. Se dirigieron al caserío, instalaron un nuevo mástil e izaron la bandera británica. Luego, Pinedo desde su barco vio como un oficial, acompañado por un soldado, arriaba la argentina y se la alcanzaba al buque.

   El 4 de enero, a las cuatro de la tarde, sin haber disparado un solo tiro, Pinedo dejó las islas. Ese atardecer divisó por última vez las costas de Malvinas.

   El 14 Onslow también partió rumbo al Río de la Plata. Dejó encomendado al despensero irlandés William Dickson -el súbdito más respetable que encontró y que originariamente había sido contratado por Vernet- que todos los domingos izase la bandera o bien lo hiciese en presencia de algún buque.

   El 15 de enero la Sarandí recaló en el puerto de Buenos Aires. “¡Viva la Fuerza!” tituló la Gaceta Mercantil, comentando que la ocupación había sido hecha “por el derecho del más fuerte” y que Pinedo había tenido que ceder ante “la razón de los cañones”.

GOLETA SARANDI

La goleta Sarandí, el único buque argentino, con dotación extranjera, para defender las islas.

   Pinedo sería sometido a una corte marcial. Se defendió argumentando que no tenía instrucciones sobre cómo proceder en caso de ser atacado.

   Entre fusilarlo y expulsarlo, se decidió por lo último, pero por irregularidades en el proceso, el fallo fue anulado y meses después reincorporado pero en el ejército. Fallecería en 1885.

   Manuel Vicente Maza instruyó a Manuel Moreno, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Gran Bretaña a “refirmar la protesta presentada oportunamente en Buenos Aires”.

   El primer alegato de defensa de los derechos argentinos Moreno –”una memoria de protesta”- lo presentó el 17 de junio de 1833 al vizconde Palmerston.

PROTESTA ARGENTINA MALVINAS 1833

Portada del primer reclamo de la diplomacia argentina a Gran Bretaña.

   Fue un documento muy importante por el número de detallados antecedentes que reafirmaban la soberanía argentina. Al día siguiente hizo publicar en el Times un comunicado del gobierno argentino, y mandó traducir la protesta al inglés y al francés.

   “Fueron unos fatídicos quince minutos, que es lo que duró el cambio de banderas, con redobles de tambores incluidos. Se dice que el comandante inglés ni siquiera habría pisado tierra malvinera. Aprovechó el viento favorable y dejó las islas. De esos quince minutos pasaron 190 años”, señaló Pignatelli.

   El acto de fuerza británico fue una flagrante violación del derecho internacional de la época. Desde el punto de vista jurídico, cabía al Reino Unido respetar la integridad territorial de un Estado con el cual mantenía relaciones pacíficas.

   La obligación de respetar la integridad territorial de los Estados en tiempo de paz es inherente a la existencia de relaciones fundadas en el Derecho Internacional, cualquiera sea la época considerada.

   Al momento de la usurpación, no solo no había estado de guerra entre las partes sino relaciones de paz y amistad concretadas en un tratado.