Economía dice que la invasión rusa le costó US$ 5.000 millones a las cuentas locales

21 noviembre 2022

Es por el encarecimiento de los productos energéticos que el país importa, como gas y fueloil. La mejora en los ingresos por la cosecha no alcanzó a compensar.


El buque Exemplar, amarrado en el puerto de Bahía Blanca


   La invasión rusa a Ucrania generó un impacto negativo en las cuentas del Tesoro que, medido en dinero, trepa a los US$ 5.000 millones, según estimaciones que trabaja el ministerio encabezado por Sergio Massa.

   Ese daño en las cuentas locales fue provocado por el alza de los precios de los productos energéticos que Argentina importa, como gas y fuel oil, más los mayores costos de por los fletes marítimos.

   El conflicto europeo también acarreó algún beneficio. Los commodities agropecuarios que el país exporta -soja, trigo y maíz- también experimentaron un salto. Y en este caso fue favorable para Argentina: generó ingresos adicionales por US$ 600 millones con respecto a las cotizaciones que tenían esos granos en 2021.

   El documento que circula Economía también confirma una predicción que venían haciendo varios economistas: los subsidios energéticos están rozando los US$ 14.000 millones.

   Se trata del doble que en 2018, cuando fueron de US$ 7.000 millones. De esta forma, se retoman los niveles de subsidios de 2013-2014, que fueron los más elevados en los últimos 20 años.

   Argentina pagó un 114% más en 2022 que en 2021 por el gas que le compró a Bolivia. Y el gas licuado líquido (GNL) se encareció un 233% con relación al año anterior.

   Y el gasoil también resultó un 85% más elevado que lo previsto. En los cálculos oficiales estaba presupuestado destinar US$ 2.000 millones a las importaciones energéticas, pero esa cuenta escaló hasta los US$ 5.756 millones, casi tres veces más de lo pensado. Eso generó un rojo imprevisto de US$ 3.757 millones.

   La cotización de la soja subió un 9,4%. La del maíz mejoró un 33%, y la de trigo un 17%. Eso generó ingresos por exportaciones de granos por US$ 30,800 millones. Son US$ 600 millones de lo esperado inicialmente, donde se suponía obtener US$ 30.181 millones por esa vía.

   Los costos logísticos de las importaciones también fueron superiores a los previstos. Se destinaron US$ 4.800 millones en los transportes de cargas, por arriba de la estimación inicial de US$ 3.000 millones. Son US$ 1.800 millones más de lo pensado por el Poder Ejecutivo.

   Los US$ 3.700 millones adicionales que se pagaron por los productos energéticos más los US$ 1.800 millones que tampoco estaban previstos por mayores costos de transporte generaron un impacto negativo de US$ 5.500 millones. Eso fue atenuado por los US$ 600 millones de ingresos “extra” por la mejora en la cotización de los granos.

   El desbalance energético llegó a su pico en junio de 2022. Durante el invierno, la producción de gas argentino no alcanza para cubrir la demanda. Para paliarlo, el Gobierno recurre a importaciones. En la pandemia, pagaban el GNL (el gas líquido) a menos de US$ 8 por millón de BTU (la unidad de medida del sector). Pero, en 2022, comprar les salió cuatro veces más.

   La invasión rusa a Ucrania provocó que los países europeos dejen de abastecerse con gas proveniente de ese origen. Ese gas les llegaba a precios muy baratos, en especial a Alemania. Los exportadores de GNL, como Estados Unidos, Qatar y Australia, se encontraron con mayor demanda de ese producto de la que jamás tuvieron. Por eso, multiplicaron los precios.

   A Argentina le falta gas en el invierno porque no tiene capacidad de transporte desde Vaca Muerta a Buenos Aires, algo que se espera ir remedando con el gasoducto. También porque la administración de Alberto Fernández decidió pagar por el gas argentino la mitad de lo que abonaba por el importado. Antes de la pandemia, destinaba menos de US$ 4 a una molécula local, contra US$ 8 que le salía importarlo.

   El país recurrió a gas boliviano y fuel oil extranjero. Si hubiera pagado por esas compras lo mismo que en 2021, hubiera destinado US$ 9.000 millones. Pero como se encarecieron, el costo final rondó los US$ 13.300 millones, según datos de Economía.

   La situación también generó un impacto fiscal. Para mantener bajas las tarifas -y no traspasar los mayores costos de luz y gas- el Gobierno subvencionó las boletas en 1,8 billones de pesos. Con un promedio de cotización de dólar a $ 125 (el promedio anual, a la paridad oficial), desembolsó casi US$ 14.000 millones para que los usuarios no tengan aumentos en las facturas. De todas formas, desde octubre se puso en marcha una segmentación, que implicó aumentos. Y se prometen más revisiones para 2023.

   Cammesa, la administradora mayorista del sistema eléctrico, consumó $ 1.248 billón de pesos, mientras que Enarsa -la importadora de gas- devoró otros $ 528.000 millones. En ambos casos, se trata de casi un 50% más que en 2021.

   Fuente: Clarín.