El actual embajador argentino ante la UNESCO tenía 84 años y falleció en París luego de haber contraído coronavirus.
Adrián Luciani /Argenports.com
Más allá de coincidencias y lógicos puntos de distanciamiento, la muerte de Pino Solanas seguramente será lamentada por gran parte del arco político nacional.
Sin embargo, su partida dejará un vacío más profundo aún en las filas de quienes defendieron y defienden la importancia de los ferrocarriles argentinos.
No alcanzó, obviamente, la talla de Raúl Scalabrini Ortiz, pero supo poner, primero, toda su grandeza como cineasta al servicio de esa causa nacional, para luego continuar esa cruzada desde la siempre movediza arena política.
“Los beneficios del servicio público no pueden medirse sólo por los gastos. Los hospitales y las escuelas no dan ganancias, pero sin ellos ¿cómo existiría la comunidad?”.
Aún guarda un lugar especial en la memoria de muchos argentinos su brillante documental “La próxima estación”, donde aborda la historia y la crítica situación del sistema ferroviario en Argentina, otrora arteria central del crecimiento.
La obra recoge historias y testimonios tanto de trabajadores, pasajeros como de funcionarios y va recorriendo los cientos de pueblos que se convirtieron en lugares fantasmas tras el proceso de privatización de los ferrocarriles en la década del 90, durante el gobierno del peronista Carlos Menem (1989-1999).
“Ramal que para, ramal que cierra”, fue la apocalíptica frase del riojano, la cual luego se tradujo en “ramal que cierra, pueblo que desaparece”, en medio de un trágico escenario donde solo quedaron en pie las líneas más rentables.
“Mentían con una gran campaña mediática y nunca reconocieron las inmumerables ganancias. Decían que se perdía un millón de dólares diarios; hoy, se pierden tres y sólo nos queda el 20 por ciento de los trenes, nos dijo Pino a fines de 2008 en un reportaje en Bahía Blanca, a donde había llegado para promocionar “La Próxima Estación”
“Los beneficios del servicio público no pueden medirse sólo por los gastos. Los hospitales y las escuelas no dan ganancias, pero sin ellos ¿cómo existiría la comunidad?”.
Solía decir a quien quisiera escucharlo que con las privatizaciones fueron despedidos 80 mil trabajadores, que 800 pueblos se convirtieron en fantasmas, que se aniquilaron muchos pequeños y medianos productores regionales y que un millón de personas emigró hacia las ciudades.
Si bien nunca fue un enemigo del kirchnerismo, de hecho integró el año pasado la coalición que le dio el triunfo a Alberto Fernández, Solanas supo tener una mirada muy crítica hacia la política de transporte desplegada.
“Se intensificaron los saqueos y la caja negra. Los concesionarios reciben muchos más subsidios y no tienen obligaciones. Todas las roturas (que se arreglan en los talleres de los mismos concesionarios), las reposiciones y los sueldos los paga el Estado. Un verdadero disparate”, nos dijo.
Más cerca en el tiempo, en abril de 2015, el objeto de sus cuestionamientos fue nuevamente el gobierno, y en especial el entonces ministro de Transporte , Florencio Randazzo.
“Están coqueteando con los chinos para que se metan y nosotros no queremos una Argentina china, ni norteamericana ni francesa, sino una Argentina de los argentinos”, resaltó Pino Solanas.
Asimismo, consideró que “el proyecto que lleva a cargo el gobierno es una burla a los trabajadores”, ya que se “compran trenes a China de forma directa, sin licitación”.
Y en 2013, en un debate político, volvió a lanzar fuertes críticas al sostener que el “el kirchnerismo en diez años no construyó un kilómetro de vía”.
Tampoco ahorró críticas hacia la administración de Macri, a quien la responsabilizó por no tener un plan ferroviario y la criticó por haber comprado”2.500 vagones y 176 trenes sin licitación.
Pero no todo fueron críticas, mediante su agrupación Proyecto Sur el cineasta presentó varias propuestas para la reconstrucción de los ferrocarriles.
Entre ellas se recuerda el plan “Tren Para Todos”, una idea de Jorge Contesti para hacer frente al tan disparatado como faraónico proyecto del Tren Bala, en 2008.
La idea apuntaba a recuperar cinco principales ramales ferroviarios para cargas y pasajeros (unos 7.000 km. de vías férreas de corredores troncales) y acondicionar otros 11.000 para que estuviesen bien conectadas las principales economías regionales.