El buque de guerra alemán terminó sus días, hundido por su tripulación, en el Río de la Plata
Por Adrián Luciani
aedgarluciani@gmail.com
Hoy se cumplen 83 años del hundimiento, por su tripulación, del acorazado alemán Graf Spee en aguas del Río de la Plata, frente al puerto de Montevideo.
Su historia, ampliamente difundida, atrapó y sigue atrapando a millones de personas en todo el mundo, y posee algunas aristas vinculadas con Bahía Blanca y su región.
Seguramente, el capítulo más conocido tiene que ver con el confinamiento de 350 tripulantes, durante dos años, y tras la Batalla del Río de la Plata, en el ex Club Hotel de Villa Ventana.
Pero hay otras apasionantes historias que también relacionan al buque con el Sudeste bonaerense.
El Graf Spee arde en el Río de la Plata tras ser volado por su tripulación..
Una es la de Gustav Mönch, el espía que vivía junto al Castillo de Ingeniero White, empleado de la usina, y que se dedicaba a fichar los barcos que entraban y salían, recabando datos sobre qué cargaban y hacia dónde iban, para luego transmitirlos a Alemania por una cadena de antenas nazis que estaba dentro de la provincia de Buenos Aires, la principal en la localidad de Monasterio, cerca de Chascomús.
A este capítulo hay que sumarle el rol del buque Ussukuma, un barco mercante ligado a Bahía Blanca, ya que días después de iniciada la guerra amarró en el puerto de Ingeniero White y después fue hundido frente a Necochea.
Algunos investigadores, como el desaparecido Jorge Jordi, aseguran que este buque fue llamado por el Graf Spee porque su buque nodriza, el Altmark, ya tenía a bordo 300 prisioneros de mercantes que el acorazado había hundido y, como su tripulación era de 100 marinos, si se sublevaban los prisioneros podía saberse todo.
Lo concreto es que el buque de pasajeros, según menciona la "La Nueva Provincia", en su edición del jueves 12 de octubre de 1939, arribó un día antes al puerto whitense.
El Ussukuma en el puerto whitense.
La falta de información oficial contribuyó a crear en la población gran expectativa y curiosidad, dando lugar a no pocas versiones y comentarios.
"Poco antes de las 11 de ayer fondeó en la rada de Ingeniero White un barco que no dejó de llamar la atención por sus características. Se trata de un buque de gran porte, extraordinariamente superior en el desplazamiento de su tonelaje a los que llegan en forma diaria a los muelles locales", indicó.
El 6 de diciembre de 1939, casi dos meses después, el diario local informó de la partida del Ussukuma.
“Se produjo en las mismas condiciones de su arribo: sin anuncio previo". Luego, al día siguiente, el matutino daba cuenta de su captura por buques británicos.
A partir de allí la historia no está tan clara. Para el periodista y escritor Carlos De Nápoli, fallecido en 2011, al abordar el "Ussukuma" antes de que se fuera a pique, los ingleses capturaron no sólo la estratégica máquina codificadora de transmisiones nazi Enigma, sino también a sus operadores.
El Graf Spee visto desde Montevideo.
Esto, según el investigador, le permitió a los británicos enterarse de la intención del "Graf Spee" de tomar las islas Malvinas, por lo que, desde la máquina del "Ussukuma" se envió un mensaje al acorazado alemán, señalando día, hora y posición en que se produciría el reabastecimiento.
Algunos historiadores, en cambio, descreen que Enigma haya sido utilizada por la flota del Tercer Reich a poco de comenzada la guerra y otros, como Jordi, sostuvieron una versión diferente.
En tal sentido, él siempre aseguró que no fueron los ingleses quienes hundieron al Ussukuma, sino sus propios tripulantes, para que no cayera en manos enemigas.
El dato, según nos dijo años atrás, lo consiguió a través del diálogo con tripulantes y familiares de marinos del Graf Spee.
Pero más allá de todo, es posible que la tripulación del mercante alemán haya aportado precisiones sobre los movimientos del acorazado, el cual días más tarde fue interceptado por los cruceros ingleses "Ajax", "Exeter" y "Achilles".
Pero hay un elemento más, y por cierto relevante, que une al Graf Spee con Bahía Blanca.
Tras el combate del Río de la Plata, el buque de guerra alemán tenía solo 72 horas para ser reparado y dejar el puerto de Montevideo, tal el plazo otorgado por las autoridades uruguayas.
Dos días después que decidiera hundirlo frente a Montevideo, su comandante, el capitán de navío Hans Langsdorff, que estaba alojado en el Taller de la Marina en Dársena Norte, recibió al capitán de fragata argentino Eduardo Aumann.
Hans Langsdorff
Este había ido a visitarlo a pedido de las autoridades argentinas, aprovechando su dominio del idioma alemán.
Aumann, tras un diálogo a solas con Langsdorff, realizó un informe para el director de la Escuela de Guerra Naval, capitán de navío Héctor Vernengo Lima.
Este documento fue rescatado por Juan Bautista Tata Yofre en su libro “Entre Hitler y Perón: El hundimiento del Graf Spee y la llegada de los primeros nazis a la Argentina”.
El relato de Aumann, de casi seis carillas, señala:
"Según los dichos del Capitán Langsdorff el combate se interrumpió al cabo de una hora y cuarto de su iniciación, es decir a eso de las 0730 horas, cuando el Exeter se retiró del combate muy maltrecho oculto en una espesa columna de humo; el Graf Spee puso entonces proa al Oeste aproximadamente mientras los cruceros conservaban una considerable distancia.
Tripulantes del Graf Spee tras la batalla con cruceros ingleses.
"Expresó Langsdorff que hubo un momento en que las circunstancias le impusieron la obligación de adoptar una decisión de trascendencia y que consistía en la necesidad de elegir entre los puertos de Río Grande do Sul, Montevideo o Puerto Belgrano, para entrar.
“Dijo que Río Grande lo descartó de inmediato por razones obvias y que se resolvió por Montevideo; pero que reconocía a posteriori que su decisión no fue la mejor que las circunstancias imponían, ya que el análisis retrospectivo que había hecho lo había llevado a la conclusión de que habría sido más acertado dirigirse a Puerto Belgrano.
“A este respecto me aclaró que necesitaba imperiosamente tomar puerto pues su buque aunque tenía averías que eran ridículas, por lo insignificantes, desde el punto de vista del valor combativo, afectaban, sin embargo, sus condiciones de navegabilidad, a la cual se agregaba el hecho de que necesitaba embarcar víveres, ya que no podía tomar sobre sí la responsabilidad de dirigirse a alta mar conduciendo una tripulación de más de 1000 hombres, con solo tres días de víveres a bordo".
Capitán Eduardo Aumann.
"Tuve la impresión de que el Capitán Langsdorff adoptó la decisión de dirigirse a Montevideo, con cierta precipitación y bajo la presión de una idea fija que lo preocupaba y que era, a mi juicio, la de evitar comprometerse con su buque en una maniobra de acción en el que pudiera recibir averías que comprometieran su capacidad de continuar la guerra al comercio y el regreso a su Patria (...)
También dijo que la internación del buque en Montevideo era inaceptable por la falta de garantías que le ofrecía el Uruguay respecto su futura neutralidad y ello hacía correr el riesgo de que si ese país entraba en la guerra, el buque cayera en manos de los ingleses y afirmó que a Buenos Aires no podía ir porque los motores no iban a resistir la navegación por el lecho barroso del canal de acceso (NDR: las tomas de agua y refrigeración estaban cerca de la quilla).
Puerto Belgrano a mediados de los años '30.
"No ha sido posible obtener del capitán Langsdorff una explicación satisfactoria respecto de los motivos que lo impulsaron a entrar al puerto de Montevideo y a ese respecto tengo la impresión de que lamentaba profundamente el error de su decisión, pues me repitió varias veces que debía haberse dirigido a Puerto Belgrano. Por otra parte, denotaba un profundo resentimiento por lo que calificaba de una flagrante violación al Derecho Internacional cometido por el Gobierno del Uruguay al no permitirle poner su buque en condiciones de navegabilidad. De lo expuesto he llegado a la conclusión de que el Capitán Langsdorff ha debido adoptar la decisión de entrar a Montevideo en circunstancias en que, por razones difíciles de explicar, ha fallado en la claridad de su raciocinio en el fragor del combate y agobiado por el peso de las responsabilidades que tuvo que afrontar en circunstancias únicas e imprevistas."
Funeral de Langsdorff en Buenos Aires.
Después de su encuentro con Aumann, Langsdorff participó de una cena en su homenaje.
Tras el encuentro, según señala Yofre, el militar alemán volvió a su habitación en la jefatura del Taller de la Marina, se sentó en su escritorio y escribió tres cartas: a su esposa, sus padres y al embajador von Thermann. Luego se quitó la vida.