Opinión: AGP y la interminable fiesta en plena pandemia

14 junio 2023

¿Qué hicieron las sucesivas administraciones nacionales sin importar su signo político? ¿Cumplieron con el espíritu de la Ley de Puertos que resultó tan virtuosa para el país en general y la actividad en particular?


Un rápido racconto de lo realizado por el organismo nacional en la Hidrovía deja un saldo negativo en varios aspectos. Fotos Barcos en el Río Paraná.


 

Por Luis Petrina (*) y Gustavo Alonso (**)

Especial para Argenports.com

  En principio queremos pedir disculpas por el título, que a tantos nos recuerda terribles momentos y en muchos casos la irreparable pérdida de seres amados, pero no puedo dejar de ver la similitud del drama social y económico en que está inmerso nuestro país con una pandemia.

   Y en medio de esta situación, el despilfarro, la ineptitud y la hipocresía de AGP nos lleva recurrentemente a las fiestitas de Olivos en plena pandemia. Para los que conocemos o más bien sufrimos a la AGP durante muchos años, esto no nos extraña.

   Haciendo un poco de historia, la llamada “Ley de Puertos”, la Nro. 24.093, que tantos beneficios trajo al país, no sólo transfirió los puertos públicos a las provincias y posibilitó el establecimiento de puertos privados sino que dispuso el traspaso del puerto a la Ciudad de Buenos Aires cuando ésta obtuviera el status de ciudad autónoma y la disolución de AGP que, con la nueva ley, ya solo conservaba una jurisdicción muy acotada, solo al puerto de Buenos Aires.

   ¿Qué hicieron las sucesivas administraciones nacionales sin importar su signo político? ¿Cumplieron con el espíritu de la Ley que resultó tan virtuosa para el país en general y la actividad en particular?

   No, todo lo contrario. Con vetos, postergaciones del traspaso, intervenciones y ahora ampliaciones de su jurisdicción dieron el aire a la AGP, necesario para continuar con su fiesta.

   Incluso la administración anterior, en cierta forma con su falta de claridad para tomar las decisiones correctas, el nombramiento de personal no idóneo y en parte permitir el involucramiento de AGP en asuntos fuera de su jurisdicción, como la política de cruceros en los puertos de Ushuaia o Madryn, también puso su granito de arena.

hidrovia

   ¿Qué hizo AGP y sus funcionarios a partir de la sanción de la Ley de Puertos y la privatización del Puerto de Buenos Aires, un ámbito minúsculo para una administración que teóricamente hasta ese momento se ocupaba de todos los puertos públicos del país?

   Supongo que todos conocemos la respuesta, en términos de gestión, peor que nada, desde el mismo inicio permitiendo o haciendo la vista gorda al cambio de composición accionaria de los adjudicatarios de las terminales dentro del lapso de tiempo en que estaba vedado, permitiendo el florecimiento de nuevas tarifas y conceptos de las terminales no previstas en el pliego, o tarifas de las navieras containeras como “toll fee” o “THC de agencia”, en algunos casos rayanos con una defraudación. Auspiciando toda iniciativa inútil pero con un kiosco incluido como el TAP o más recientemente el Canal Magdalena, o simplemente inútiles como el Consejo Federal de la Hidrovía o antediluvianas como la ley de reserva de cargas con relación a Paraguay.

   ¿Algo para el país, alguna iniciativa para reflotar la marina mercante o hacer más competitiva la actividad portuaria, potenciar la exportación y generar puestos de trabajo e ingresar los dólares que tanto se necesitan, o si no mejorar al menos mantener una buena relación con nuestros vecinos fluvio/marítimos?

   No, por supuesto que no. Eso sí, lo importante es garantizar que la fiesta continúe. Si bien, la privatización del Puerto de Buenos Aires acotó en mucho los históricos kiosquitos de AGP, como la Oficina de Giro de Buques y tantas otras, todavía sobrevivieron varias infraestructuras para “negociar”.

   Imaginamos que la quiebra de la Terminal 6 (In.Te.Fe.Ma.) y el acceso por parte de AGP de sitios de atraque, galpones y playas habrá sido música para sus oídos.

   Ahora, además, se les concede injerencia nacional y nada menos que el manejo y control del mayor contrato del país, el dragado y balizamiento de la vía troncal.

   ¿Cuál es la consecuencia?; más de lo mismo. Prorroga de las concesiones, indefinición en los más importantes y urgentes temas, dragados que en el caso que se hayan ejecutado bien (ponele), fueron como mínimo inútiles, tanto es así que algunos ni siquiera están habilitados, como si la sedimentación del río esperara la burocracia de AGP.

Millonarios pagos a proveedores

   Pero todo esto genera millonarios pagos a proveedores que es lo que realmente pareciera importar. Lo realmente importante para AGP es que continúe la fiesta.

   Decenas de “amigos” con cargo de gerente o subgerente con salarios millonarios y todos los beneficios sin tener una gerencia o subgerencia a cargo o siendo totalmente faltos de idoneidad para las mismas, participación costosísima en todo evento que se le pudiera ocurrir al más afiebrado, cursos en el exterior con todo pago, todo tipo de viajes, etc. etc.

   Ahora bien, tanto despilfarro consume todo tipo de ingresos, por millonarios que éstos sean. Una vez consumido el superávit existente y presentar un vergonzoso presupuesto con déficit para el próximo ejercicio, temiendo que la fiesta se acabe, a los muchachos no se les ocurre mejor idea que presentar un proyecto para aumentar el peaje de la hidrovía.

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   Por lo menos son consecuentes, pretenden que la fiesta la sigamos pagando entre todos o ¿a alguien se le ocurren que las navieras cual buen samaritano van a absorber este incremento?

   Lo peor del caso es que todo esto sucede, desde hace muchos años, ante la impasible mirada de lama tibetano de los actores privados del sector, trabajadores y empresarios, que por conveniencias políticas, ideológicas, económicas o de poder, tanto permanentes como circunstanciales no se atreven o no quieren a levantar la voz.

   Como conclusión hay que contradecir la estrofa del eximio Joan M. Serrat “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Esta realidad es muy triste y tiene remedio, cuando nos decidamos a hacer lo que siempre hubo que hacer.

(*) Capitán de Ultramar y ex Delegado Administrador del Puerto de Dock Sud

(**) Director at Waterway Dynamics