Proyecto Azorian: cuando EE.UU. rescató un submarino ruso hundido en plena Guerra Fría

22 noviembre 2020

Un submarino soviético hundido, un excéntrico millonario, la minería submarina, un dique flotante submarino y un gigantesco buque de perforación. Estos son los ingredientes con los que se cocinó el Proyecto Azorian, una de las mayores operaciones secretas de los Estados Unidos durante la Guerra Fría, una historia con un guión más allá de la imaginación del propio Tom Clancy.


Para los Estados Unidos, hacerse con el submarino ruso K-129, hundido en 1968, y sus secretos, era vital en plena Guerra Fría.


   El 24 de febrero de 1968 el submarino soviético K-129 partió de la base naval de Petropavlovsk en Kamchatka (antigua Unión Soviética) con el fin de realizar una patrulla de 70 días en las aguas del Pacífico Norte.

   El buque, un submarino diésel eléctrico de la clase Golf II equipado con tres misiles balísticos nucleares con los que podría alcanzar objetivos en la costa oeste estadounidense en caso de desatarse un conflicto bélico entre ambas superpotencias, dejó de realizar las comunicaciones habituales con su base después de unos días de patrulla, lo que desató las alarmas de la marina soviética.

submarino clase golf

Un submarino de la clase Golf II (imagen: Wikipedia)

   Buques, submarinos y aviones partieron en su búsqueda la tercera semana de marzo desde las bases de Kamchatka y Vladivostok, pero tras dos meses de búsqueda infructuosa, los soviéticos dieron el submarino por perdido.

   Durante todo este tiempo, la  Oficina de Inteligencia Naval (en inglés Office of Naval Intelligence u ONI) americana se mantuvo alerta analizando los movimientos de la flota del Pacífico soviética.

   Cuatro sensores de la Air Force Technical Applications Center (AFTAC), encargada de analizar cualquier amenaza nuclear y la red de puestos de escucha submarinos SOSUS (del inglés Sound Surveillance System, Sistema de Vigilancia Sónica) habían identificado una anomalía sónica el 8 de marzo a unas 1.500 millas (2.500 kilómetros) al noroeste de las costas de Hawaii, a cientos de kilómetros de la zona de búsqueda soviética. 

   Lo que los estadounidenses habían detectado era la explosión del K-129, producida por causas desconocidas y que había enviado al submarino y sus 98 tripulantes al fondo del océano Pacífico. 

   La capacidad de los sensores americanos de situar el submarino hundido en un radio de unos 5 kilómetros despertó el interés de la CIA.

   Si los americanos pudieran encontrarlo quizá podrían hacerse con información sobre el diseño de los misiles rusos, su sistema de guiado o los libros de códigos, sobre cómo operaban los sonares rusos, o incluso hacerse con algún misil balístico. En plena Guerra Fría esta información era de incalculable valor.

   Así que lo primero era localizar el submarino y analizar el estado en el que se encontraba. Para ello, en julio de 1968 se puso en marcha la Operación Sand Dollar.

   El submarino USS Halibut, el único de la flota de la U.S. Navy equipado para la búsqueda a grandes profundidades, partió de la base de Pearl Harbor hacia el lugar del accidente.

   En solo tres semanas, gracias al Fish, un vehículo operado remotamente remolcado por el submarino, equipado con un conjunto de cámaras, luces estroboscópicas y sonares capaces soportar profundidades extremas, el Halibut fue capaz de encontrar el K-129 hundido a 4.900 metros de profundidad.

   Durante las siguientes semanas se tomaron alrededor de 20.000 fotografías de cada aspecto del pecio del submarino soviético mostrando que, a pesar de la explosión, el K-129 se encontraba casi intacto. 

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El USS Halibut (imagen: Wikipedia)

   Ahora bien, ¿como se saca un submarino de casi 2.000 toneladas y 100 metros de largo del fondo del mar, a una profundidad mucho mayor de la que ningún objeto había sido recuperado jamás, y sin que tu mayor enemigo se de cuenta de lo que estás haciendo? 

   En julio de 1969 la CIA consiguió la aprobación personal del presidente Nixon para llevar a cabo el rescate, dando comienzo el Proyecto Azorian.

   Entre otras opciones, la CIA valoró la posibilidad de reflotar el submarino “inflándolo” con gas, aunque finalmente la opción elegida y la única que parecía técnicamente posible era utilizar una garra mecánica gigante con la que recoger el submarino del fondo del océano y subirlo hasta un barco en la superficie.

   A pesar de las dudas de militares y agentes de inteligencia experimentados y de los consejeros de defensa del gobierno de que la operación pudiera tener éxito, los trabajos para diseñar un buque capaz de llevar a cabo esta misión comenzaron.

   Los americanos tenían claro que la construcción de un buque con estas características despertaría la suspicacia de los soviéticos, así que necesitaban una cortina de humo para desviar la atención tanto de sus enemigos como de la prensa y sus propios compatriotas.

   La solución, contar con la ayuda del aviador, ingeniero, empresario, playboy y productor cinematográfico estadounidense multimillonario Howard Hughes.

   Hughes anunció que su compañía Global Marine iba a construir el mayor buque de perforación del mundo con la intención de recuperar del fondo del mar grandes cantidades de nódulos polimetálicos, también conocidos como nódulos de manganeso, pequeñas concreciones esféricas de 1 a 20 centímetros de diámetro con concentraciones extraordinarias de metales útiles (de 15 a 35% de manganeso, de 15 a 20% de hierro, de 1 a 10% de calcio y 1% de cobalto, cobre, níquel y titanio) que se encuentran en el subsuelo marino.

Nódulo polimetálico (imagen: Wikipedia)

   Los nódulos habían sido encontrados por primera vez durante la expedición del HMS Challenger (1872-1876) que sentó las bases de la oceanografía, pero no fue hasta la década de los años 60 del siglo pasado cuando el doctor John L. Mero, padre de la minería submarina, señaló el potencial de los nódulos para surtir al mundo de los metales que contenían. A través de anuncios de prensa, eventos especiales e incluso un documental, Hughes atrajo la atención de todo el mundo mientras los convencía de su plan minero, ocultando el verdadero objetivo de su buque.

   En 16 de noviembre de 1971 comenzó la construcción del Hughes Glomar Explorer (HGE) en los astilleros Sun Shipbuilding and Drydock de Chester (Pensilvania), siendo botado menos de un año después, el 4 de noviembre de 1972.

   Con 189 metros de eslora por 35 de manga era suficientemente grande como para estar equipado con un pozo lunar (moon pool) en el que alojar el submarino una vez recuperado, y contaba con un sistema de posicionamiento dinámico pionero que le permitía mantenerse en posición a pesar de las corrientes marinas y las olas.

   Su construcción se extendió hasta junio de 1974 y necesitó de un presupuesto de 350 millones de dólares de la época (unos 1.400 millones de dólares de la actualidad). 

Hughes glomar

El Hughes Glomar Explorer (imagen: Wikipedia)

   La segunda pieza del plan era la gigantesca garra con la que agarrar el submarino. Conocida como